Estos últimos meses he tenido la oportunidad de visitar un buen número de museos de dentro y fuera de nuestro país y de conocer más de cerca, las diferentes propuestas educativas que ofrecen a los más pequeños y sus familias. La primera constatación es el esfuerzo que se está haciendo para convertir los muesos en verdaderas fuentes de divulgación del conocimiento, interés y conversación, para los adultos y también para los más pequeños. Tanto si hablamos de arte, como de ciencia, historia o música, se hace evidente, la voluntad de provocar entre los niños su curiosidad, su interés y sus ganas de saber más, acercándoles el conocimiento, de una manera lúdica.
Es cierto pues, que los museos piensan cada vez más en los niños. Pero ¿qué pasa cuando, como ya empiezan a hacer algunos, se posibilitan procesos participativos para que los niños puedan decir qué quieren, qué se imaginan, qué les interesa y cómo hacerlo posible? O como ha hecho el ayuntamiento de París, en donde por segundo año consecutivo, se ha dado a los niños la oportunidad y el entorno estimulante para hacer crecer su creatividad, a través del proyecto AU PAYS DES MUSÉES.
Pero, ¿estamos los adultos preparados para escuchar a los niños y niñas? Francesco Tonucci lo resume en una frase: “Escuchar significa tener necesidad de la contribución del otro”. Esto sí que es un verdadero cambio de paradigma, en el que desde MARINVA nos sentimos comprometidos y por el que apostamos decididamente.