Tal y como expliqué brevemente en la editorial del último Marinvízate, el boletín electrónico de Marinva, somos muchos los que cada vez más percibimos la necesidad de replantear la relación entre nuestras ciudades y las familias que habitan en ellas, especialmente las familias con niño/as. Son muchas las instituciones públicas y de investigación, como la Diputación de Barcelona, el CIIMU o la Comisión Europea, las que durante los últimos años han promovido iniciativas para analizar los retos que supone el encaje de las familias actuales en las ciudades del siglo XXI: ¿cómo son hoy en día las familias? ¿Cuáles son sus necesidades y actitudes? ¿Qué reclaman a las administraciones locales? ¿Qué pueden ofrecerles estas? Y lo más importante, ¿qué deben cambiar familias y administraciones para que este encaje sea lo más satisfactorio posible? Personalmente considero que se trata de uno de los retos más trascendentales que nos depara el futuro, y es por eso quiero dedicar esta entrada en el blog a reflexionar entorno al tema, e invitaros también a compartir vuestras opiniones y puntos de vista.
¿Qué está ocurriendo?
Tal y como haría una doctora antes de empezar a curar al paciente, es fundamental realizar el diagnóstico: ¿cuál es, en concreto, el problema que abordamos? ¿Cuáles son sus causas y consecuencias? Sin pretender abarcar todos los factores ni dar por finalizado el análisis, estos son desde mi punto de vista los elementos principales a tener en cuenta:
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Las familias hoy se sienten desorientadas en la educación y el cuidado de sus hijos: las familias viven en el desconcierto y la incertidumbre constantes, pues cada vez son más las teorías para la crianza de los hijos/as (¡hasta llegan a ser contradictorias!). en este contexto las familias buscan referentes y recursos, y a menudo lo que encuentran no encaja con sus necesidades.
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Los servicios que presta la Administración se encuentran parcializados, y no responden a las necesidades de las familias de hoy: mientras padres, hijos y abuelos quieren pasar juntos más tiempo que nunca, los servicios desarrollados por las administraciones siguen dirigiéndose a segmentos de la población de forma exclusiva. Las familias ven así como se les ofrecen servicios diferenciados para niños, jóvenes, adultos o personas mayores, pero pocas son las actividades y/o recursos que pueden disfrutar juntos.
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La ciudad, a pesar de algunos esfuerzos, ha perdido espacios para los niños: aún con los esfuerzos de la sociedad civil y las administraciones, las familias siguen percibiendo los espacios de las ciudades como zonas de riesgo para sus miembros (especialmente niños y jóvenes). Ya sea por el desconocimiento de las familias o por la falta real de recursos, estas consideran pocos e limitados los espacios de la ciudad donde pueden disfrutar de tiempo dedicado al juego, al descanso o al simple encuentro.
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La participación de las familias en la conciliación y la crianza se ha reducido a su participación en las AMPAS: según muestran diversos estudios, las familias no consideran las AMPAS un espacio de participación ni soporte para la crianza, hecho que explica en parte el poco éxito de estas cuando se trata de canalizar las preocupaciones de las familias y darles respuesta. Por otro lado, es necesario tener también presente que muchas familias han entendido la participación exclusivamente como un derecho, exigiendo resultados sin ofrecer compromiso.
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Las familias resulten invisibles para la sociedad: socialmente tenemos muy presentes los colectivos que forman las familias (niños, jóvenes, adultos y personas mayores), pero no la familia como tal. Muy a menudo los padres y abuelos no son bienvenidos en servicios y actividades pensadas exlcusivamente para niños, a pesar de tanto unos como otros querrían participar juntos.
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Algunas familias toman la iniciativa de compartir la crianza y ayudarse mutuamente: cada vez más son más numerosas las iniciativas impulsadas por grupos de familias que se auto-organizan para dar respuesta a sus propias necesidades. Excusas como la celebración conjunta de aniversarios, la organización de excursiones familiares o simplemente pasar una tarde en el cine, terminan por generar redes de familias que, por si mismas, encuentran las soluciones que las administraciones y la sociedad no les ofrecen.
¿Cuál es el camino a seguir?
Así pues, el desencuentro entre familias y administraciones en el marco de las ciudades, existe. Para darle respuesta, considero crucial transformar profundamente las relaciones que se han establecido entre la administración y las familias, así como impulsar nuevas iniciativas que hagan de las ciudades espacios amables para ellas.
Por un lado, la administración debe dejar atrás el paradigma de la provisión de servicios, especialmente aquellos que responden a una división de la sociedad basada únicamente en la edad de sus miembros. Es fundamental que todos sus integrantes, tanto cargos políticos, técnicos, como los educadores de los equipamientos de atención directa, conciban la familia como el eje fundamental de toda intervención, incluida aquella que tiene como target final uno o varios de sus miembros. Así pues, es necesario que la administración se transforme a si misma, tanto desde el punto de vista del qué como del cómo; se trata de facilitar recursos y convertirse así en generadora de las condiciones que faciliten la auto-organización de las familias. En definitiva, se trata de dejar de dar semillas (ofrecer servicios y actividades) para comenzar a ofrecer un campo en perfectas condiciones para ser labrado ( fomentar y apoyar las iniciativas).
Por otro lado, las familias también deben transformar la manera como se relacionan con la administración: en lugar de exigir y consumir servicios, es vital que se conviertan en agentes participativos implicados y proactivos. No se trata de esperar de la administración soluciones mágicas, sino de organirzarse en redes y comunidades para darse soporte mútuo y crear aquellos espacios y actividades que quieren para si mismas.
Son muchísimas las iniciativas que podemos impulsar para avanzar hacia la ciudad de las familias, tanto desde la administración como desde las propias familias. Es necesario hacer posible e incentivar la creación de redes de familias espontáneas i/o auto-organizadas, mejorar la visibilización de las familias en los espacios públicos, dotar las ciudades de espacios más amables para las familias (con especial atención a los niños/as), y construir entornos e instrumentos para la participación activa de las familias (¡cuanto más vinculados al territorio, mejor!).
¿Existe alguna experiencia inspiradora?
Por suerte, son ya numerosas las iniciativas que avanzan en esta dirección, tanto en Catalunya como en el resto de España, la Unión Europea o los Estados Unidos. Quiero compartir 4 de las principales iniciativas que conozco, pues creo que nos pueden ayudar a empezar a andar nuestro propio camino:
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Cascina Roccafranca (Italia). Inaugurada el 2007, se trata de un centro social y cultural para las familias, los niños y las personas mayores. Su objetivo principal es facilitar la socialización de todos los miembros de la sociedad, y para conseguirlo promueve múltiples actividades mediante la participación constante de vecinos y vecinas. El equipamiento es impulsado y gestionado por una fundación.
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Mammaproof: se trata de una web de y para las familias para compartir y encontrar los mejores sitios en la ciudad para disfrutar con todos los miembros de la familia. Esta es una iniciativa surgida de un grupo de madres y padres el cual, aprovechando las potencialidades de la web 2.0, apuesta por la auto-organización de las familias. Actualmente ya se puede encontrar información de diversas ciudades españolas.
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Alianzas Locales para las Familias (Alemania). Es un proyecto impulsado por el gobierno central alemán que tiene por objetivo fomentar el cuidado de los niños y, sobretodo, trabajar para unos servicios e infraestructuras en el ámbito local que apoyen a las familias. El proyecto facilita la cooperación y el intercambio de experiencias entre empresas, entidades sociales y administraciones locales. Nacido el año 2003, actualmente el proyecto cuenta con más de 630 organizaciones miembros y más de 5.000 proyectos en marcha.
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El Comité de Acción Política de las Madres de Oregon (Estados Unidos). Esta comunidad de madres trabaja para que su ciudad impulse políticas públicas que tengan en cuenta las familias y den respuesta a sus necesidades (aquello que en inglés se llama “family-friendly policies”). El comité consensúa y propone acciones concretas que el gobierno local podría impulsar, y da soporte explícito a toda candidatura política que considera que recoge sus propuestas y valores.
El reto es sin duda complejo y de grandes dimensiones, ¡pero estoy convencida de que nuestra sociedad tiene fuerza e ingenio suficientes para superarlo! Yo personalmente me siento comprometida y esperanzada, y estoy segura de que soy una más entre muchos y muchas. Y vosotros, ¿qué opináis sobre el encaje de las familias actuales en nuestras ciudades? ¿Estáis de acuerdo con el diagnóstico? ¿Y con las propuestas de mejora planteadas? ¿Cómo creéis que familias y administraciones deben avanzar?
Coincideixo amb vos: la conceptualització de família i el tractament d’aquesta unitat de vertebració social des de les institucions locals i des de les empreses són una de les fonts més interessants d’innovació (i de benestar!) social.
Motivada per aquesta temàtica, el 2008 vaig contribuir, amb l’equip d’en Joan Subirats, al projecte Casa de les Famílies de l’Ajuntament de Gavà, que penso que fora bo fer constar com a referent al nostre país.
https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=sites&srcid=ZGVmYXVsdGRvbWFpbnxyb3NlcnNhbHZhdGV4dHJhbmV0fGd4OjY3YjUwZTkwMGZlYjcyYjA.
Gràcies Roser. Coneixia el projecte però amb l’enllaç que comparteixes em faig molt més a la idea. Tinc previst publicar un proper post per parlar d’experiències inspiradores a casa nostre. sens dubte, aquesta és un molt bon exemple. Gràcies per compartir-ho.
Molt d’acord amb el que exposes…i jo hi afegiria, que per retonar el rol i el sentiment de capacitat a les famílies per educar els seus fills cal donar-los la paraula i més que oferir serveis a les persones, estar atents i donar suport a les iniciatives que sorgeixen aquí i allà (molt humils algunes).
De la participació en les Ampas… n’hauriem de parlar , no està molt bé la cosa…
Hola Anna. Gràcies pel teu comentari. Coincideixo amb tu, i em sembla un alerta molt important per les administracions i les ONG. Cal escoltar les famílies i donar-lis suport, ajudar-les a resoldre les seves dificultats, abonant el camp perquè puguin conrear idees i iniciatives!
I de les AMPES… en parlem un altre dia!! M’ho apunto.
Estic totalment d’acord en les apreciacions que fas i ressaltaria la sensació de desorientació i desconcert de les famílies respecte a com dur a terme l’educació dels fills. Hi ha tantes teories … i com ve dius algunes vegades tan contradictòries entre si , la qual cosa , fa que un no sàpiga per on va.
Tot està molt fragmentat. La visió de la persona com un esser en totes les seves dimensions s’ha anat diluint . Tot està parcialitzat, cadascú mira a la família des de la seva perspectiva i poques vegades des de la seva globalitat.
En conseqüència la família rep indicacions i informació sobre el rol que juga depenent del professional que té al davant.
Les famílies s’han d’apoderar del paper que tenen en aquesta societat.
I davant d’aquest panorama, proposaria cerca espais de trobades entre pares/mares on nosaltres mateixos fóssim els promotors per crear un fòrum on debatre els problemes que ens interessen , compartir incerteses i dubtes, i conèixer com s’ han abordat situacions que ara si troben d’altres famílies.
En definitiva dónar veu i paraula a les pròpies famílies !!
Assumpta, no puc estar més d’acord. Donar veu i paraula a les famílies. Contribuir a la seva visualització, empoderar-les. Un gran repte! Gràcies per la teva aportació.