Queridos Reyes Magos,
Como cada año me presento a mi cita con vosotros. Me gusta escribiros. Creo que no os lo había dicho nunca todavía. Escribiros me obliga a reservarme un tiempo, a pensar qué vivencias y reflexiones, anécdotas e ilusiones quiero compartir con vosotros. Me resulta una excelente excusa para conectar con mis deseos y mis carencias, para ponerme en la piel de los que amo e imaginar sus deseos y sus ilusiones. Y por supuesto, para soñar y mantenerme en el mundo del «como si»… haciéndolo realidad.
Cuanto mayor me hago, más deseo que me sigáis trayendo chispas de curiosidad, de aquellas que hacen venir ganas de preguntarlo todo, sin ninguna vergüenza; de aquellas que nos impulsan a mirar detrás de los decorados, a meternos en bosques oscuros venciendo la pereza y el miedo. Me gustaría que me trajerais también gotitas de humor, de aquel que hace reír a carcajadas o por lo bajo. A veces pienso que me tomo la vida demasiado en serio y el humor siempre me ha parecido un antídoto estupendo, ¡sobre todo para aprender a reírme de mí misma!
También os pido un bote de empatía de aquella tan especial que hace sentirse vinculada a los otros sin dejar de ser tú misma. No sé de dónde la sacáis, pero desde que me la hicisteis descubrir, ya sabéis que te la pido cada año.
Y un poco de tiempo para perder, y días de sol y de lluvia, días largos y días cortos, días fríos y días de calor. Me gusta un poco de todo. Os pido también unos ojos bien abiertos para continuar descubriendo más lugares donde jugar: en casa o en el parque, a cubierto o al aire libre… Ciudades enteras abiertas al juego, al misterio ya la belleza. Y un montón de amigos con quien jugar las partidas de cada día.
Por supuesto, cuando venga el día 6, si os queréis quedar un rato más… estáis invitados a mi cumpleaños: ¡habrá roscón de Reyes, cava y juegos!