Seguimos con los posts dedicados a los docentes que forman parte del primer curso de extensión universitaria «Gamificación, herramienta transformadora en educación». Para ello contamos con la presencia de dos de las mentes pensantes más lúcidas, enérgicas y trabajadoras que conozco: Anna Forés y Esther Hierro.
Anna Forés no sólo es Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación y Licenciada en Pedagogía por la Universidad de Barcelona. Además es una verdadera apasionada por la educación, curiosa y entusiasta por saber cómo aprendemos y cómo vivir mejor la vida. Por otra parte, Esther Hierro es una de mis compañeras vitales en Marinva, además de ser educadora social y especialista en comunicación. Con Esther llevamos 10 años creando proyectos que respiran actitud lúdica y más recientemente hemos publicado nuestro primer libro escrito a cuatro manos «Gamificación: el poder del juego en la gestión empresarial y la conexión con los clientes».
Aprovecho para aportar también mi visión, junto también sus respuestas, sobre qué retos debe afrontar el docente si quiere introducir metodologías lúdicas y sobre qué retos, más concretos, les surgen alrededor de este curso.
¿Qué retos debe afrontar el docente si quiere introducir metodologías lúdicas en el aprendizaje?
Esther: Pienso que el primer reto clave es explorar la propia capacidad lúdica. También trabajar la capacidad de generar espacios de transformación y experiencias significativas donde las personas puedan crecer de forma autónoma construyendo ellos mismos su propio aprendizaje. No es tanto dar recetas o poner a disposición elementos de forma unidireccional sino crear las condiciones adecuadas, guiar en un encuentro personal y único.
Tener viva la llama de la curiosidad, motor del aprendizaje y, a la vez, de la humildad de aceptar que no se pueda saber todo i que aprender del alumnado es un ejercicio de creación compartida que nos hace ser mejores.
Por último, jugar. Jugar mucho. A todo tipo de juegos y dinámicas. Y especialmente llevar el juego a las actitudes cotidianas, dándose permiso para vivir en clave actitud lúdica. Observar como lo hacemos, qué pasa cuando lo hacemos si cuáles son las claves que envuelven este estado.
Anna: Creer en lo que haces, y no sufrir por los vientos que soplan en contra de todo lo que tenga que ver con gozar aprendiendo, y más durante la universidad. Permitir contactar con nuestros auténtico yo y sencillamente apasionarnos en la educación.
Imma: A menudo el primer reto a superar es perder el miedo al juego. Detrás de opiniones negativas sobre el juego, (hace falta que las personas se esfuercen…, no todo puede ser un divertimento…, las cosas serias deben tratarse seriamente, etc) suelen esconderse nuestros miedos y recelos a salir de nuestra zona de confort, a movernos por un terreno incierto, superar vergüenzas, un mal entendido sentido del ridículo. O dicho de otra manera, ganar seguridad, empoderamiento. Una vez superada la reticencia inicial y haciendo una apuesta real por el poder del juego en el aprendizaje, hace falta aprender a conocerse a uno mismo, explorar la capacidad lúdica y comprometerse de manera decidida a desarrollarla.
Por eso nada mejor que trabajar interiormente, cerca de espacios donde explorar y hacer crecer la creatividad, bucear en los propios hobbies y afecciones y jugar y jugar mucho para conocer muchos juegos. Se trata sobre todo de aplicar la actitud lúdica a la cotidianidad, ensayar la capacidad de convertir cualquier actividad en un juego y disfrutar del ensayo, reflexionarlo y continuar ensayando de manera creativa.
¿Cuál es tu reto de aprendizaje como formador respecto a este curso?
Esther: Despertar, entrenar, reforzar la actitud lúdica de las personas. Ayudarlos a darse cuenta del poder del juego en toda su dimensión, no sólo en la aplicación de unos elementos en concreto. Más allá de la fórmula, detrás hay toda una argumentación que tiene que ver con conectar como una manera de afrontar la vida.
A partir de aquí , poner la atención en estos comportamientos que nos convierten a nosotros mismos en «el mejor juguete» con tal de convertirlo en un modelo válido, único y personal que nos permitirá gamificar todo lo que nos propongamos.
Anna: Que los profesores, incluso cuando «hagamos» de profesores, seamos parte activa del juego, no sólo quién reparte las cartas y los dados.
Imma: Lo principal será contribuir al desarrollo de la capacidad lúdica de los asistentes, construir el saber y la experiencia con ellos. Me gustaría que las metodologías de gamificación que estamos preparando nos ayuden a detectar de cada alumno el mejor y que, al compartirlo, multiplique la experiencia de todos, incluso la de los docentes, que estoy seguro que también será una gran oportunidad de aprendizaje. Un learning by doing de docentes y alumnos en los que, sin vergüenza, mucha humildad y transparencia, todos aportemos lo mejor y todos nos enriquezcamos conjuntamente.
Ya veis, ilusiones, retos y ganas para afrontar esta formación no nos faltan!
Y para vosotros, ¿cuáles creéis que son los retos del docente para provocar aprendizajes introduciendo el juego?