Aunque no es mucho mi estilo, comienzo con un frase lapidaria (que como afirmación contundente tiene muchos matices..), buscando la polémica y la reflexión. Ahí va: no existe el juguete sexista, existe el juego sexista. Y lo será en la medida que nosotros, los adultos, se lo propongamos a unos y prohibamos a otros. Una muestra actual es el anuncio de Barbie y Audi en el que la muñeca eligió conducir. No os voy a hacer ningún spoiler del anuncio, aunque os animo a que lo veáis y me digáis (en los comentarios de este post) quién limita el juego según el género. ¡Empezamos con juego!
Tanto los niños como las niñas pueden disfrutar jugando con un muñeco, de la misma manera que tanto unos como otras pueden reírse y gritar de emoción con una carrera de coches. Es a partir del momento en que el adulto les permite, o no, jugar con determinado juguete, que se convierte, a ese juguete, en un juego sexista. Y esa actitud responde a un factor cultural, por tanto educable.
En esta línea hace unas semanas hablé con Mayte Rius de La Vanguardia sobre la pregunta que me hacen muchos padres “¿Qué pasa si le compramos al niño un muñeco o carrito para pasearlo?”. Curiosa pregunta, ya que nunca me han puesto la cuestión contraria «¿Qué pasa si regalamos a una niña un balón, un coche teledirigido o un dron?»
Relaciono esta pregunta con el miedo que aún suscita el fantasma de la homosexualidad masculina (¿la femenina es tan tabú que ni suscita la pregunta?) y con la creencia, consciente e inconsciente, de otorgar más reputación a los valores masculinos que a los femeninos. Muchos niños piden jugar con muñecos cuando llega un nuevo bebé a la familia y ven a sus padres cuidándolo. El papel del hombre como cuidador está mucho más presente que en generaciones anteriores. Los papás varones dan el biberón a sus bebés, le cambian los pañales, le cantan canciones y le sacan a pasear. Sin embargo, continúa suscitando inquietud salir a pasear con nuestro hijo varón de 5 años y su cochecito de pasear a su muñeco. Posiblemente un repertorio más amplio de muñecos así como de accesorios con los que ellos y ellas se puedan identificar y proyectar, facilitaría rebajar esas inquietudes.
Así que nos podríamos hacer la pregunta… ¿Jugar tiene sexo? Sobre este tema hablé hace unos días en Catalunya Ràdio en el programa “L’ofici d’educar”. Creo que es importante no convertir el juguete en una lucha ideológica y dejar que los niños y niñas los utilicen libremente. Es decir, ni obligar a los niños a jugar con muñecos y a las niñas con balones, ni prohibírselo. El uso que hacen sobre los juguetes está relacionado y vinculado con los modelos que proyectamos a los niños, muchos modelos son estereotipos que la sociedad nos ha ido imponiendo a lo largo de este tiempo. Ser más conscientes y más críticos con nuestros propios estereotipos, facilitará un juego más abierto y rico en nuestros hijos y hijas.
¿Estamos de acuerdo en perpetuar estereotipos sexistas o queremos ampliar y dejar que los más pequeños tengan libertad para escoger su propio juego y futuro?