Cada año esta es una de las grandes preguntas que se hacen las familias. ¿El juguete de moda? ¿Ese que los niños escriben en su carta y que van cambiando día tras día después del último anuncio visto? ¿El juego de mesa que recomienda algún prescriptor prestigioso? ¿O ese juego tradicional de madera con el que de pequeños se han divertido generaciones y generaciones? Según con quién habléis tendréis una respuesta u otra y ninguna de ellas será incorrecta. Pero centrar esta respuesta en los objetos nos puede alejar del objetivo que tienen los juguetes: acompañar el juego y la imaginación de los más pequeños y, concretamente, de tu pequeño o pequeña particulares.
¿Pero sabéis lo que pienso yo? Creo que el mejor regalo que podéis hacer a vuestros hijos es el regalo del tiempo. El tiempo de juego, sin prisas ni pausas, el regalo de pasar minutos u horas jugando a lo que ellos decidan, sin juzgar ni oponer resistencia.
Porque en el juego somos nosotros mismos, actuando de manera espontánea, aunque a veces podamos jugar a ser otros personajes. Acompañar a los más pequeños en su juego, ese espacio íntimo y libre donde disfrutan y son ellos mismos, es algo casi mágico y que no nos podemos perder. Porque es un regalo para ellos ¡por supuesto!, pero también es un regalo para nosotros, que nos merecemos esos tiempos de complicidad y placer. ¿Qué mejor que disfrutar del presente en el aquí y ahora, y de forma plena? Si os entran unas ganas irresistibles de “perder el tiempo” jugando con vuestros hijos, os recomiendo este otro post en mi blog sobre cuál es el rol del adulto en el juego de los niños. Y ahora… ¡a disfrutar!