Y después de la primera, la segunda

#JugamosPaidos

Pues sí; no tengo palabras de agradecimiento para los lectores que habéis hecho vuestro el ¿Jugamos? y que habéis conseguido que se agotara, con lo que se ha publicado una segunda edición. Y es que es una sensación muy especial, esta de escribir un libro.

Al principio solo piensas en todo lo que quieres decir, todo lo que quieres compartir. Yo empecé con muchas ganas, pero también con un cosquilleo en el estómago… Al menos a mí, dar forma a la maraña de ideas, experiencias, conocimientos, juegos, actividades que quiero reflejar, no me resulta fácil. Hablar es una cosa, y lo hago con facilidad, pero escribir es algo muy distinto.

Acabada la escritura, iniciamos las correcciones, que no terminan nunca. Siempre encuentras algo que mejorar, recuerdas alguna cosa olvidada hasta que dices (o el editor te dice…), «¡basta!».

Cuando tienes el libro editado en la mano, las sensaciones se multiplican. Emoción, satisfacción, alegría e incluso, por qué no decirlo, orgullo de haber superado un reto, ¡y uno de los grandes! Y, al lado de este orgullo, también aparece la vergüenza. En un libro te muestras y te arriesgas. Sabes que no le gustará a todo el mundo, que habrá quien lo encontrará pobre, o demasiado genérico, o demasiado concreto, o demasiado complejo, o demasiado… Entonces es cuando necesitas una buena ducha de humildad y una enjabonada de confianza.  

A partir de aquí, superada la presentación, esperas que el libro se venda y cruzas los dedos. Pero la partida todavía no se ha terminado… queda aún lo más difícil y es que aquellos lectores que lo han comprado, encuentren el momento de leerlo. Y lo digo por experiencia propia… ¿Cuántos libros compramos que no siempre acabamos leyendo?

Pero ahora, con ¿Jugamos? las redes me han dado un premio. Y es que han sido las puertas por las que me han llegado comentarios entusiastas y el agradecimiento de los lectores. Durante estos meses he recibido mensajes y he leído comentarios en las redes sociales que me han llenado de alegría y han elevado mi motivación hasta desbordarla. Siento que ¿Jugamos? ha sido un libro muy positivo para muchos lectores. Quizás incluso me atrevería a decir que ha cambiado alguna perspectiva a más de uno. Ha suscitado preguntas y reflexiones y ha hecho sacar la cabeza a más de un niño o niña interior… o al menos esto es lo que han dicho los lectores. Y esto es lo que pretendía el libro: abrir la mirada, provocar la curiosidad y las ganas de más. Y he entrado en contacto con muchas personas que hasta ahora no conocía cuyos comentarios me han enriquecido y también me han abierto perspectivas. Todo un intercambio, como cuando jugamos.

¿Jugamos? no nace de una ambición personal, sino que nace de la necesidad de poner orden a todo lo que hemos trabajado y aprendido en Marinva con las escuelas durantes estos últimos años. Nace de la necesidad de reflexionar sobre la situación de la escuela, la desmotivación de los alumnos, la diferencia entre lo que la escuela verbaliza sobre los beneficios del juego y las dificultades que encuentra para ponerse a jugar. Nace del íntimo convencimiento de que el aprendizaje lúdico puede transformar la educación.

Todos sabéis que el juego forma parte de mi ADN y yo no sería la que soy sin su fuerza. He escrito sobre su influencia en la creación de los vínculos familiares, sobre su capacidad de transformación en el mundo de la empresa, ¿cómo no iba a escribir sobre su poder transformador en la educación?

Estos meses han sido muy emocionantes y enriquecedores también para mí. He recibido muchas muestras de agradecimiento, comentarios muy positivos y divertidos sobre la influencia del libro, muestras de actitud lúdica a montones de lectores entusiasmados y llenos de curiosidad.

Chinchimonete lo ha regalado a muchos de sus amigos, Adnaloy se ha enamorado de él, Irene lo leía durante las vacaciones pensando en mejorar cuando volviera a la escuela, Iraide valoraba que ¿Jugamos? puede aplicarse a todo, Zoraida que agradecía un verano lúdico, Toni Viader daba vueltas a la frase «el juego es un derecho de la infancia y, en cambio, el trabajo infantil está prohibido…» pensando en los deberes , David Vega explicaba que el primer capítulo lo había leído en digital, porque no había podido esperar a tenerlo impreso, y han aparecido traducciones del ludómetro en varios idiomas (pero esto voy a contarlo en otro post) y María, «por fin lo tengo». Uf, es muy grande, esto.

Muchas gracias por la energía positiva de todos vuestros comentarios (de los que he citado y de todos los que haya podido olvidar). Son un magnífico estimulante de mi #ActitutLúdica!

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