Llegamos al 8 de marzo y celebramos el Día Internacional de la Mujer y lo reivindicamos.
Seguimos todavía inmersas en la lucha contra las diferencias de género en muchos ámbitos de nuestra sociedad, a pesar de que hemos avanzado respecto a nuestras madres y abuelas, y esperamos que nuestras nietas todavía vayan mucho más adelante.
Recuerdo la película Quiero ser como Beckham, en la que una chica quería ser jugadora de fútbol y su familia no lo aprobaba porqué su bagaje cultural no se lo permitía, no lo tenía previsto y no era aceptado. También recuerdo la película Billy Elliot, que trata de la historia de un niño que quería ser bailarín mientras su entorno familiar lo empujaba a aprender a boxear. Parece que no responder a los estereotipos de género pone las cosas muy difíciles a los niños.
¿Cuántas veces algunas personas brillantes, que han aportado mejoras a la sociedad, han tenido que superar los estereotipos? Muchísimas, seguro. Y es que para avanzar a menudo se tiene que ser fiel a uno mismo, tener iniciativa y ser bastante rebelde.
Todas las mujeres destacadas de la historia han tenido que luchar para poder realizar sus sueños, su vocación, su pasión… en sociedades que no las valoraban o en las cuales no les estaba permitido brillar, a menudo a la sombra de un hombre y sin demasiado reconocimiento. Situadas en el siglo xxi queremos que nuestras niñas, nuestras chicas, nuestras mujeres no tengan que pasar por eso.
Queremos que cualquier decisión sea libre y que solo dependa de ellas y no de los estereotipos establecidos por sociedades patriarcales.
Y, nuevamente es la educación uno de los pilares de la sociedad que puede cambiar la mirada y apoderar las niñas para que lleguen donde ellas quieran llegar. Ingenieras, informáticas, médicas, investigadoras, escritoras, actrices, pintoras, carpinteras, electricistas, modelos, modistas, deportistas, astronautas, políticas, empresarias… lo que sea, sin límites, sin condiciones y en igualdad.
En las escuelas cada vez más se trabaja en la igualdad de oportunidades y en una educación sensible en cualquier aspecto en que intervenga alguna posible diferencia. Aun así, a menudo nos traicionamos a nosotras mismas con un currículum oculto lleno de estereotipos de los que no somos conscientes: canciones, cuentos, y el patio de la escuela como fuente de desigualdades. El mismo diseño del patio, pensado especialmente para los chicos y el juego del fútbol, deja a las niñas y a los niños que no les gusta el fútbol en los espacios marginales. Sin darnos cuenta y sin mediar palabra, consolidamos la creencia de que el espacio público más importante está reservado para los chicos. Y nos olvidamos de que los niños y las niñas aprenden no de lo que les decimos, sino de lo que ven y viven.
Hay que continuar avanzando en el camino de la igualdad, sabiendo que el espacio del ocio, y especialmente el juego libre, con todas las oportunidades que proporciona para la libertad de actuación, es un escenario maravilloso.
En la escuela y también en casa, con la familia, jugar permite crear un espacio protegido donde todo es posible. Evitemos la discriminación y favorezcamos los espacios donde niños y niñas crezcan libres de estereotipos antiguos y limitadores.
Quiero celebrar un mundo y una vida justa e igualitaria. Tengo hijo e hijas, y ahora nietas, y seré feliz si pueden ser como Beckham o como Elliot, y también si se convierten en Madame Curie o en una nueva Montessori, escogido de manera libre y con igualdad de oportunidades.
¡Feliz Día de la Mujer!