He comenzado este año 2021 escribiendo sobre la actitud lúdica, igual que acabé el 2020. Porque si algo he descubierto que necesito (para poder navegar por este mar ciertamente incierto, y en plena tormenta), es actitud lúdica. Un buen antídoto para superar el miedo y abrazar la incertidumbre que significa actuar con libertad; para vivir en el presente, tomar decisiones (incluso decisiones arriesgadas), acoger las dificultades como retos, implicarme con pasión en aquello importante para mí, poner creatividad al día a día, y mantener la capacidad de asombro para saber disfrutar de la belleza que crece a mi alrededor y en mi interior, igual que en el vuestro.

Estos 10 comportamientos me los repito como un mantra y por eso los quiero compartir con todas vosotras.

Abro paréntesis: este año me propongo escribir, igual que hice en el libro ¿JUGAMOS? refiriéndome siempre a las personas. Personas jugadoras, personas maestras, personas directivas, personas niñas y personas niños. En definitiva ¡humanidad! Y por tanto escribiré en femenino aunque suponga un esfuerzo de escritura y de lectura, pero que expresa mi voluntad de acoger por igual a todas aquellas personas que queráis leerme. Confío en vuestra comprensión. Cierro paréntesis.

Vuelvo al mantra de los 10 comportamientos y os ofrezco un regalo surgido espontáneamente entre algunas de vosotras. Me explico. Al poco de salir el libro, Julia Iriarte, me confesó que se había impreso el decálogo y lo tenía a la vista en su escritorio, a modo de recordatorio. ¡Me encantó la idea! Le pedí poder publicarlo en la red y así lo hice. Mi sorpresa fue que al poco tiempo, Olgeta Arrasate lo publicó en euskera, y luego Luz Castro en gallego. Y poco a poco se añadieron, Margarida Trias con el catalán, Sheila Boudount con el árabe, Jon Pasquier con el francés y últimamente, Gabrielle Teixeira con el portugués y el inglés, sus dos lenguas podríamos decir que maternas.

Y de ahí surge este post, con estas 8 lenguas que hablan con el lenguaje más cercano a nuestros cerebros y nuestros corazones.

Os propongo imprimir el decálogo en vuestra lengua materna, aquella que mejor entiende vuestro niño o niña interior y tenerlo muy cerca, a modo de recordatorio para el cuerpo y el alma.